Rabietas en la niñez: conoce sus causas y aprende a controlarlas

Las rabietas son comportamientos que forman parte del desarrollo durante la infancia, aproximadamente entre los 18 meses y los 4 años. Su intensidad y frecuencia puede depender de cómo los adultos manejen, acompañen y reaccionen durante la situación. Es en esta etapa donde inicia el negativismo y se va desarrollando la necesidad de autonomía, por eso es muy común encontrarnos con conductas como: llora porque quiere comer dulces antes de la comida, llega su hora de dormir, pero exige continuar jugando o quiere usar su chaqueta favorita a pesar del calor.

Algunos tienen rabietas a menudo y hay otros que solo las tienen de vez en cuando, se manifiestan desde los quejidos y los llantos hasta los gritos, patadas, golpes y tumbarse en el piso. Esto sucede debido a su poca maduración verbal y escaso control motor. Además, no podemos dejar de mencionar que durante este periodo de la infancia todavía no se han alcanzado a desarrollar procesos neurológicos que desempeñan un papel fundamental en la regulación de las emociones.

Causas de las rabietas en la niñez

  • Necesitan comunicarse

Al iniciar las rabietas, los niños no han consolidado el lenguaje verbal, pero de alguna manera desean expresar sus emociones, comunicar sus deseos, miedos, inconformidades, preferencias y relacionarse con el mundo que los rodea. En esta etapa de la infancia, se vive un desbordamiento de emociones; la alegría la expresan con enérgicas carcajadas, mientras que la tristeza puede desencadenar intensos gritos, llantos y manoteos.

  • Quiere hacerlo solo

En esta etapa los niños desean tener mayor independencia y explorar todo a su alrededor, pero cuando se encuentran en situaciones donde no pueden hacerlo solos, aparecen estos comportamientos que expresan en muchas ocasiones frustración.

  • Inconformidad frente a algo

Debido al poco control de las emociones y la ausencia de la autorregulación en esta etapa de la niñez, las rabietas también son comportamientos que expresan la frustración de no poder tener el juguete de su amigo, no poder comer chocolates o salir al parque.

  • Cansancio o enfermedad

Siendo adultos, muchas veces al padecer algún malestar de salud, nos podemos sentir irritados, tristes y enojados. En los niños, por su corta edad, no han aprendido a manejar dichas situaciones y reaccionan de una manera explosiva.

  • Cambios en su contexto

Es importante establecer rutinas y horarios con los niños durante el día, ya que esto permite que se sientan mucho más seguros y evita que su comportamiento se altere debido al desconocimiento. Cuando las rutinas cambian o en la familia se viven situaciones como divorcios, fallecimiento de algún familiar, nacimiento de un hermanito, mudanzas, entre otras, pueden desencadenar las rabietas si no son manejadas de una forma correcta por los adultos.

  • Maltrato en la familia o hacia el niño

En un contexto de violencia y malos tratos entre los miembros de la familia, donde prevalecen los gritos, golpes, malas palabras, actitudes retadoras, manipulación y ausencia de comunicación, siendo los adultos modelos a seguir de los niños, en muy probable que reaccionen de la misma manera por imitación y falta de valores.

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¿Cómo controlar las rabietas?

Antes de saber cómo manejar y controlar una rabieta es necesario conocer la etapa donde se encuentran los niños, ya que por ser una conducta que forma parte de su desarrollo, la edad nos puede ayudar a comprender lo que sucede a nivel social, emocional y neurológico. Por supuesto, no olvides analizar y observar detalladamente su contexto, pues te puede dar una pista de lo que desencadenó este indeseado comportamiento.

Seguro has escuchado que lo principal para controlar y manejar las rabietas de los niños es estar calmado y, ¡así es! Si ante esta situación te encuentras enojado, gritando, pidiendo que se calme una y otra vez sin explicarle cómo hacerlo, es muy probable que alimentes más su frustración y el comportamiento indeseado continúe o puede detenerse como muestra del miedo ante tu actitud explosiva. Pero si, por el contrario, tu actitud es permisiva e ignoras por completo el comportamiento, tampoco estamos enfrentando estas conductas de la manera correcta. En ambos casos las rabietas continuarán presentándose, ya que el niño no sabe cómo autorregularse y no hay un adulto que lo oriente.

Qué se debe hacer ante una rabieta:

  • Mantén una actitud de calma, amor, respeto y firmeza
  • Observa y analiza por qué inició la pataleta para comprender sus emociones
  • Válida sus sentimientos con palabras que le reconfortan
  • Acompáñalo en silencio y muestra empatía si el niño no desea hablar
  • Cuando el niño esté calmado, busquen posibles soluciones y consolidan acuerdos

Qué NO se debe hacer ante una rabieta:

  • Mantener una actitud retadora o permisiva
  • Realizar juicios sin antes comprender el contexto
  • Castigar o regañar
  • Ignorar sus emociones y dejarlo solo en el lugar
  • Ceder o complacer las rabietas y no buscar soluciones

Durante este comportamiento, comprende que el niño necesita expresar sus emociones, es importante estar calmado, pero mantente firme para guiarlo y enseñarle otras maneras de expresar su rabia, inconformidad o frustración. No olvides que tú eres su mejor ejemplo.