La Música… curioso fenómeno… Nos tranquiliza y arrulla en la niñez, pero también intensifica otras emociones, como el fervor religioso, el entusiasmo político o la pasión deportiva. No falta música en celebraciones. La música realza historias o escenas, sugiere (suspenso, romance, drama o comedia. Despierta euforias en masa. La emoción musical se comparte, con mayor o menor intensidad, nos llega a todos simultáneamente. Desinhibe, a veces hasta la violencia. Induce movimientos corporales casi involuntarios. Contagia, sincroniza.
Las manifestaciones físicas de la emoción musical son producidas por la exaltación de un sector del sistema nervioso, autónomo, es decir, independiente de la voluntad, llamado sistema adrenérgico, generador de adrenalina. La hormona de la excitación y los impulsos, capaz de acelerar la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el ritmo respiratorio. Todas las culturas (desde las más primitivas), cuentan con la música entre sus manifestaciones. Resulta ser un fenómeno humano universal, que trasciende civilizaciones y culturas a través de las épocas. Pero no es necesaria para la subsistencia.
Entonces ¿Qué es la música?
“La música es una cosa extraña. Casi diría un milagro. Está a mitad de camino entre el pensamiento y el fenómeno, el espíritu y la materia, suerte de nebuloso mediador, igual y distinto a cada cosa mediada, espíritu que requiere manifestación en el tiempo y materia que no requiere espacio… no sabemos qué es”. (Heinrich Heine, 1797 – 1856)
¿Por qué o para qué existe?
Podríamos encontrar una respuesta a partir del siguiente planteo.
Es posible que las funciones emocionales hayan precedido a las cognitivas: “No se comenzó por razonar, sino por sentir”, afirmó Jean-Jacques Rousseau en 1781. En el mismo sentido, Rousseau agregó “… las primeras lenguas fueron melodiosas y apasionadas, antes de ser sencillas y metódicas”.
Si la capacidad musical preexistió al lenguaje hablado, entonces también podría haberlo condicionado. Hay manifestaciones no verbales que influyen en el significado de lo que se dice.
Entonación, volumen, acentuación.
Nuestra capacidad musical se pone de manifiesto cuando percibimos variaciones de tono, volumen, duración, timbre y ritmo de los sonidos, incluyendo los hablados.
Es notable como los bebés reaccionan a estas variaciones mucho antes de lograr “descifrar” el significado de las palabras. Este es un claro ejemplo de la relación entre la música y el lenguaje hablado y la función comunicativa de la misma.
Según la tradición Judeo – cristiana, hubo un primer tiempo en el que todas las personas “hablaban” la misma lengua y luego, por voluntad divina, se crean distintos idiomas confundiendo a todos e impidiendo que se entendieran entre ellos y quedaran divididos. Este hecho sucede en la ciudad luego conocida como Babel (La palabra en hebreo usada es Bl bl que significa “balbuceo”) Génesis 11: 1-9.
¿Podríamos considerar a la música ese primer lenguaje universal? Tal vez si, aunque no del todo. La música occidental se distancia bastante de la oriental, de todas formas sería lo más cercano que tenemos a un lenguaje universal.
Seguramente hoy no podamos concluir con exactitud qué es la música, pero nos queda claro el importante espacio que ocupa en la Historia de la Humanidad y el poder que puede ejercer en nuestro cuerpo y espíritu.
Y aún así, nos cuesta mucho dejar de pensarla como un simple hobbie o entretenimiento, de la misma forma que nos atribuimos el derecho de “juzgar” qué es música y qué no, cuando todavía no le encontramos explicación realmente.