Hoy abro una nueva ventana en TusClases: mi blog educativo

Hola, quería agradecerte por haber llegado hasta acá. Este es el primer artículo de mi blog, en el que espero plasmar mis experiencias como profesor de informática, recursos útiles (tanto para alumnos como para otros colegas) y novedades respecto a nuestras clases.

Encontrá tu profesor ideal

Voy a empezar por contar un poco sobre mí: nací en el año 1988, y desde los cinco años tengo la oportunidad de aprender con y acerca de las computadoras. Recuerdo mis primeras visitas al gabinete de computación, donde trabajábamos con terminales monocromáticas, y nos enseñaban a "hablarle a la computadora en su lenguaje". Gracias a la famosa "tortuguita" de Logo, un lenguaje de programación orientado para los niños, empezó una fascinación que jamás termina. Para los que no lo vivieron, les dejo una imagen de los comandos con los que trabajábamos geometría:

Los años pasaron, y seguía esperando ansioso la hora semanal de computación. Como no tuve la suerte de contar con una computadora propia hasta la adultez, traté de sacarle todo el jugo posible a ese rato en la escuela. Fuera de la escuela, miraba todos los programas del extinto canal "Formar" con el mismo entusiasmo que veía dibujos animados. También me compraba todas las revistas, fascículos y enciclopedias a las que podía acceder sobre el tema.

Aprendí a resolver los ejercicios de la escuela con tal rapidez, que todas las clases me hacía unos minutos para probar las herramientas que no nos enseñaban. También le insistía a mis amigos con computadoras para que me enseñaran todo lo que ellos sabían sobre ellas. Cuando llegó Internet a los cibercafés y bibliotecas, juntaba las monedas para pasar un rato navegando, lo que me ayudó muchísimo a aprender inglés de forma autodidacta desde muy chico. Así, sin miedo a preguntar ni a probar, quedé enganchado en esta maraña de cables y redes virtuales.

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Pasaron los años y, además, me hice bastante bueno en el inglés. Con el mismo entusiasmo con el que conectaba y desconectaba cables y recorría con mis ojos todas las pantallas que se me ponían enfrente, me "comí" los diccionarios, libros de ejercicios y luego literatura en el idioma de Shakespeare, lo que potenció todavía más mi amor por la informática.

Llegué a hacerme tan bueno que todos mis compañeros me consultaban cuando hacían sus tareas, e incluso los hermanos mayores (¡y a veces los padres!) me pedían que traduzca frases que no entendían.

Con ese entusiasmo, y alentado por mis profesores al comienzo de la secundaria, comencé a dar clases particulares de inglés: primero a personas en edad escolar, y luego (para mi sorpresa), a adultos. Los buenos resultados de mis alumnos no tardaron en llegar. Los padres estaban conformes, pero los chicos mucho más.

Podían estudiar con un par, y perdían el miedo a que los califiquen, corrijan o los obliguen a aprender regla tras regla. Detalles más, detalles menos, así empecé a dar clases a los 12 años.

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A los 22 años ya tenía 10 años de experiencia dando clases, y decidí empezar a estudiar para convertirme en traductor. Continué con las clases de inglés, pero durante un tiempo perdí un la satisfacción de enseñar, ya que estaba cargado de tareas del instituto, y además era mi única entrada de dinero. Estaba saturado, sentía que me estaba repitiendo a mí mismo. Necesitaba un cambio.

Cerca del año 2010 ocurrió algo que me cambió la forma de interactuar con las computadoras: el software libre. Gracias a un compañero de casa, pude acceder a un DVD de Ubuntu, un sistema operativo libre que ofrecía un paradigma completamente diferente a lo que estaba acostumbrado. Somos los usuarios los que construimos, colaborativamente, las herramientas informáticas con las que trabajamos a diario. También somos quienes lo difunden, lo traducen, lo usan y lo enseñan. En el software libre, las empresas no definen la dirección de los proyectos: los usuarios tienen ese poder.

Así eran los CDs que llegaban ¡gratis! por correo a tu domicilio para que los usuarios probemos el sistema operativo Ubuntu.

Enamorado nuevamente, me dediqué a estudiarlo tan profundamente como pude, y participé en varias comunidades, especialmente de traductores de software. Durante varios años utilicé exclusivamente software libre, sistemas operativos libres, y me dediqué a contarle sus bondades a todos los que tenían ganas de escucharlo. Ese fue el momento en el que repensé mi actividad comercial: ¿y si daba clases de informática?

Al poco tiempo de comenzar a publicitarme comencé a recibir llamadas, y curiosamente la mayoría de los interesados eran adultos mayores. Personas que, si bien tenían una computadora en su casa, no sabían cómo aprovechar todo su potencial.

Aprendí muchísimo de mis alumnos: paciencia para reformular mis explicaciones, a interpretar qué querían hacer (aun cuando no sabían cómo describir propiamente lo que deseaban), anticiparme a problemas comunes, configurar los equipos para que sean accesibles para ellos, a generar documentos de referencia que pudieran releer cuando yo no esté presente, y mucho más.

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De esto ya pasaron varios años y, si bien trabajo asesorando a profesionales y estudiantes de varios rubros, siempre tengo en mi agenda una buena proporcion de personas mayores que buscan aprender cosas nuevas, valerse de sí mismos para hacer las tareas sencillas de todos los días (como hacer las compras o pagar los impuestos), o simplemente sentirse acompañados en un proceso que les da inseguridad por ser cambiante y desconocido.

Sea cual sea su ocupación u objetivo, señora o señor lector, le garantizo un espacio ameno de trabajo, donde va a poder aprender lo que usted quiera, a su ritmo y con muchas sorpresas agradables en el camino. Realmente disfruto lo que hago, y elegí contar mi historia para que sepan que tengo el deseo de aprender de ustedes tanto como ustedes conmigo. Los invito a seguir en contacto. ¡Un abrazo virtual! :-)