Estudié muchos años danza clásica, aproximadamente desde los 3 hasta los 8 años, y luego desde los 15 hasta la actualidad. De chica observaba que no tenía admiración por la técnica clásica sino que buscaba algo más dinámico. Decidí dejar temporalmente hasta decidir si realmente quería continuar estudiando esa disciplina o no.
Entre mis 8 y 14 años, además de desarrollar diferentes habilidades en deportes como la natación y el patinaje, comencé a tomar clases de comedia musical; donde conocí otro grupo de personas con ideas distintas que tomaban las clases de una forma diferente. Diferente en comparación a cómo las tomaba yo, que a mis 8 años estaba acostumbrada a centrarme en la técnica y la excelencia (como se veía antes al ballet). Incorporé de mis compañeros la forma en la que se expresaban y lo mucho que disfrutaban cada clase a pesar de tener otras ocupaciones. Ahí es donde conocí también la danza jazz y el contemporáneo.
Tomé clases con 2 profesoras de esos estilos que me hicieron conocer a la danza desde otro lugar, más humano, más sentido.
Desde ese momento, mi danza cambió y mejoré en muchos aspectos. Incluso incorporé muchísimas herramientas que me son de utilidad no sólo para todo tipo de estilo de baile sino en áreas como la literatura y el dibujo, otras actividades que comencé a disfrutar cuando comprendí desde qué lugar puedo bailar, escribir o dibujar.
En conclusión, gracias a la danza contemporánea tengo un estilo propio y una forma de dar clases que me representa y me hace poder enseñar mejor.