Si nos atenemos a su etimología orto (del griego ortho) correcto y grafía (del griego graphé) escritura, el significado de ortografía es: correcta escritura.
Si hablamos de buena ortografía podríamos estar cayendo en una redundancia, “buena correcta ortografía”. Y al referirnos a una mala ortografía estaríamos en una contradicción, “mala correcta escritura”.
Está claro que me he ido a los extremos; aunque cada día la ortografía pierde terreno y parece hasta ofensivo corregirla, no nos digamos mentiras, cuando leemos un correo, una solicitud o cualquier comunicación con faltas ortográficas, dudamos de la cultura y hasta del profesionalismo de quien escribe.
Y tan importante es, que la mayoría de las personas cuando realiza un escrito importante no se atreve a redactar sin el apoyo del corrector virtual, que en muchas ocasiones tampoco tiene todas las respuestas.
Lamentablemente, la ortografía es casi como el canto, a unos se les da sin esfuerzo y otros están dudando siempre de su ortografía, lanzando dardos que solo a veces dan en el blanco. Los errores cometidos en la enseñanza de las reglas ortográficas han desarrollado y fortalecido el rechazo a conocer y utilizar la correcta escritura de las palabras, pero es urgente subsanarlos.
La ortografía es actitud e interés. Así como los idiomas se aprenden escuchando y hablando, no hay de otra, la ortografía se “adquiere” leyendo y observando.
Incentivar la lectura en los niños y jóvenes es indispensable para evitar que la ortografía continúe perdiendo su valor y su importancia, dando paso a un auténtico deseo de ¡escribir bien y hablar mejor!