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Breve artículo sobre la lectura de poesía

SOBRE LA LECTURA DE POESÍA

Leer poesía (es decir, versos, estrofas) no es lo mismo que leer prosa (es decir, una novela o un cuento), sino que requiere de toda una técnica que es susceptible de ser modificada por el lector. Un poema implica toda una serie de elementos dispuestos de tal manera que produzcan efectos diferentes a los de la prosa, como el ritmo, la rima, el acento, etcétera. La correcta lectura en verso es necesaria si queremos aprovechar al máximo los recursos poéticos y la misma naturaleza del poema, para lo cual se recomienda seguir ciertas pautas:

1º. La lectura se hace de manera lenta, pausada, manteniendo siempre el mismo ritmo, tomando aire cuando sea necesario y destacando los acentos de las palabras que, por ser usuales, están ya naturalizados en nuestra mente. Apresurar la lectura hará que toda la poesía pierda su sentido y valor expresivo.

2º. Es necesario, a su vez, articular correctamente todas las palabras y sonidos a efectos de acercarse a la intención del poeta y percibir de forma más dulce y estética los sonidos que vayan surgiendo. Hay que pronunciar, por tanto, de forma eficaz las sílabas, los acentos y también las rimas, pues de ellos depende en gran medida la belleza de cuanto leamos. No por nada se dice que estos elementos son el alma del verso.

3º. No menos vital es inculcar nuestro propio sentimiento a la lectura del poema, según, claro, la naturaleza que el mismo posea. Si el tema es el amor, la lectura podría tener un tono más calmado; si es un tema de horror o muerte, una intensidad en la lectura sería lo ideal, pues lo haría más dramático. De todas formas, el lector es quien decide qué tono inculcarle.

4º. Volver a leer el verso o estrofa en caso de que se pierda su sentido.

5º. No tener miedo a declamar la poesía, ya que haciendo esto se podrá percibir más claramente la melodía que tiene cada estrofa, sobre lo cual vuelvo a insistir: en la pronunciación de las palabras y en la velocidad de la lectura reside la belleza y todo el valor expresivo que trazó el poeta y que ofrece el poema.

De todas formas, para despejar toda duda, realicemos un pequeño ejercicio:

a) Pronúnciese de manera normal la siguiente oración: Pero véate yo y muera; que no sé, rendido ya, si el verte muerte me da, el no verte qué me diera.

b) Pronúnciese con las pautas dadas el mismo fragmento:

Pero véate yo y muera;

que no sé, rendido ya,

si el verte muerte me da,

el no verte qué me diera.[1]

Si se ha realizado bien el ejercicio, se habrá percibido una diferencia más que notable. Si no, la práctica hace al maestro.

(Todo este texto ha sido extraído del prólogo a la obra El rapto de las sabinas, del autor argentino José Luis Krede Rossi).

© 2020, José Luis Krede Rossi


[1] El fragmento es del drama “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca.